Anoche en sueños te daba aire para que vuelvas a respirar. Mis labios apretaban los tuyos y te pasaba un poco de mi alma. Tardaba en entrar la vida a tus pulmones y yo desesperaba. Luego te hacía masajes cardiacos intercalando con respiración boca a boca. Respirabas nuevamente, latías otra vez. Nos abrazamos fuerte, la intensidad era mucha y de pronto el agua empezó a tomar nuestros pies y nuestros cuerpos. Te vi nadar hacia la orilla. Yo nadé detrás de ti. Las aguas eran turbias. Volvió la escena del aire boca a boca, los masajes, mi deseo profundo de traerte a la vida. Desperté más triste que nunca. En mi sueño te volvías a morir. La madrugada llegó con el sabor del vacío en todo mi cuerpo, como tu muerte.
Qué lazos habrán entre nosotros tan fuertes que siento que no me dejas ir y yo intento dejarte por lo menos un poquito cada día. Fue tan corto el tiempo. Nada es casual, algo tuvo que haber pasado en otras vidas, en otros tiempos y sólo lo sabré cuando muera y entonces no podré escribir y entonces no podré contar todas las vidas, todos los lazos, todos los caminos que nos unieron o que nos separaron. Entonces será el silencio y el comenzar en otra piel que ya no escribirá, ni se preguntará y ni recordará.
Qué oscuridad tan grande, qué desconsuelo hoy día después de que anoche te devolví a la vida y otra vez te fuiste como el aire que no respiro.
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